Después de pasar tantas horas en un carruaje, al fin llegué. Me habían contado muchas cosas sobre esta aldea pero jamás me hubiera imaginado que este este lugar era tan bello, las flores desprendían un dulce aroma a vainilla, los colores de los arboles resplandecían, no se asemeja para nada a la ciudad en la siempre he vivido desde que era niña, en la que la pobreza daba un sabor amargo a las calles y la tristeza lo inundaba todo.
Había encontrado el sitio perfecto para poder escribir.
Había encontrado el sitio perfecto para poder escribir.
Podía sentir una suave brisa templada rozando mi piel
En seguida me dirigí a la casa, la
cual había alquilado posteriormente, me llamó mucho la atención, estaba completamente aislada de cualquier otra casa, esto me permitiría escribir con más tranquilidad. Me quedé anonadada al ver las preciosas vistas que tenía. A continuación decidí dar una vuelta por el centro de este hermoso lugar.
No me lo podía creer
¡los habitantes de este lugar no eran personas! o por lo menos no lo parecían. Tenían unas orejas puntiagudas algo inquietantes y unos coloridos tonos de cabello, antes de que pudieran verme me escondí detrás de unos arbustos ya que no sabía como reaccionarían al ver a un humano. Me quede sin palabras, rondaban mil preguntas en mi cabeza pero era obvio que no podía responder ninguna, Emprendí el viaje a casa, esperando buscar algo de información acerca de estos seres en alguna enciclopedia.
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